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Las murgas

En Santoña, como en cualquier pueblo, se simboliza el Carnaval con unos distintos signos, características y sentimientos dado su entorno social, su carácter, su ambiente, su climatología, etc. Y es dentro de esa cultura propia de cada pueblo, dentro de las peculiaridades  y características de la sociedad santoñesa, donde se siguen creando en el entrono popular un mundo de cultura carnavalesca.

Es entonces cuando el ingenio y la chispa surgen, cuando el teatro se traslada a la calle y cada carnavalero comienza a desarrollar un papel. Es cuando la sociedad permite que se representen, canten, escriban o hablen de situaciones que en otro contexto no se hubieran permitido. Y dentro de esa permisividad de la sociedad que hay en la actualidad en Santoña, es en el mundo de las murgas donde más podemos encontrarla. Los murguistas, se convierten entonces en los verdaderos protagonistas de esta manifestación festiva.

El lenguaje que se utiliza para ello, es el cotidiano, el popular, con expresiones sin rigurosidad lingüística. La premisa más importante es que el pueblo llano lo entienda, y para ello se pueden utilizar desde calificativos acentuados de forma distinta para que la rima sea la idónea, hasta palabras inventadas.

En Santoña, entre los grupos infantiles y adultos que participan en el Concurso nos encontramos que alrededor de 800 personas están directamente involucradas en esta participación popular. Son 800 familias, casi el 20 % de la población de Santoña.

La murga despierta pasiones, pero no solo en el Carnaval sin o también en los meses previos. Desde que en el mes de octubre empiezan algunos grupos los ensayos, los comentarios no cesan, y en muchas de la conversaciones que tiene los Murguistas escuchamos frases como:

¡oye! ¿te has enterado de lo que saca este año fulano?
¿sabes que mengano ya no canta con tal grupo?
¿sabes que ya no le escribe la letra Pepe?

Son los comentarios previos al Carnaval que durante tres meses se suceden intensamente, a veces también se comentan fichajes...

Lógicamente estos movimientos traen consigo el comentario del resto de las murgas, porque si el que se va del grupo es buen murguista, el grupo pierde potencial, y como la competencia es grande eso es bueno para los demás grupos, y si por el contrario el grupo se potencia con buenos fichajes, se sucede el comentario de “¡ojo con ese grupo, que este año puede dar el bombazo!”.

En el mundo de las murgas y de los murguistas donde constantemente se lanza entre muchos de los componentes de los diversos grupos un mensaje de pique, de cotillero del otro, de desgaste continuo, hasta que el concurso pone a cada uno en su lugar, y hasta el año siguiente hay que apechugar con el resultado, y por supuesto en muchos casos con las bromas que del mismo se derivan.

La afición a las murgas se inicia a principios de los años ochenta, por la tradición de la que tanto habíamos escuchado hablar a nuestros mayores. Esa afición que hoy se transmite en buena parte de los casos de generación en generación, y se canta con cariño a nuestro pueblo, para divertir y pasarlo bien, para reírse de lo que haga falta, intentando no herir aunque sin paños calientes.

Pero a esas características se le añade el hecho de cantar los coplas para competir, y este hecho trae consigo tantos entusiasmos y pasiones, hasta como para crear un clima social peculiar.

Lo importante no es participar, aunque casi nadie lo proclame y repitan con insistencia que cantar en el escenario ya es bastante. En los momentos previos a la apertura del telón no habrá grupo que nos piense en hacerlo lo mejor posible para ganar o para quedar cuanto más arriba mejor. Si en la interpretación uno de los grupos tiene un fallo, se van de tono, no entran adecuadamente en la canción, suena mal la guitarra, etc. El resto de los grupos se alegrarán, porque significa un rival menos en el concurso y como la competencia es grande, eso permite tener más posibilidades.

El aval del premio amortizará todos los esfuerzos realizados, pero no por el dinero, sino por el valor moral, por lo que significa ganar el Concurso. Incluso si los premios no coinciden con el sentir general, el ganador será el que pasa a tener el honor del premio. Ese premio oficial que da el trofeo para exhibir en los locales de cada agrupación ese galardón que certifica el auténtico resultado.

Los que han ido de ganadores y se dan la bofetada tendrán que aguantar durante un año las bromas del resto. Y si el resultado además de no ganar es muy malo la broma se convierte en una puya constante porque el adversario no perdona los momentos de 
debilidad.

Se volverá a comentar que fulano no puede estar en el Jurado porque es de aquel grupo, que la organización tiene la culpa porque no han puesto a las personas idóneas. Si hay personas que no son de Santoña, se dirá que no deben estar en el Jurado porque no conocen lo que significa para el santoñes una murga.  Y si son todos de Santoña se dirá lo contrario. Y también las megafonías, los micros, los altavoces y el presentador, tendrán su parte de responsabilidad en el fracaso.

Espero que dentro de otros veinte años se sigan produciendo las mismas polémicas, los mismos comentarios, el sarcasmo, la broma entre los participantes, el pique disimulado, quizás venga expresado de forma distinta por el avance de dan nuevas tecnologías, pero son signos, pautas de conducta que en cierta forma nos dicen que la sociedad se mueve, que la participación popular está presente, y también que le Carnaval se encuentra en nivel alto y que, al contrario de lo que le sucede en la actualidad a las vacas locas, las murgas tienen muy buena salud.